Libro impreso

Las Enseñanzas
de Don Juan Matus

Las Enseñanzas de Don Juan Matus

Las Enseñanzas de Don Juan Matus fueron descritas en detalle por Carlos Castaneda, un norteamericano y contemporáneo nuestro de la ciudad de Los Ángeles. Sus libros, al menos los que nosotros conocemos, fueron publicados entre 1966 y 1987. Existe también el libro de D. C. Noel Visitando a Castaneda, que contiene entrevistas con él.

Cabe destacar que en sus libros Castaneda describe el período de su relación con Don Juan que duró aproximadamente tres décadas. Durante este tiempo no sólo Castaneda progresó en su desarrollo, sino también Don Juan. Es decir, leyendo los libros de Castaneda, podemos ver tanto la búsqueda espiritual temprana de Don Juan, la que no estuvo libre de errores, como la más avanzada. Por lo tanto, el concepto espiritual de su Escuela debe ser evaluado no por lo que Don Juan dijo e hizo en el transcurso de estas décadas, sino por lo que él logró al finalizar su vida terrenal.

Toda esta historia comenzó cuando Carlos Castaneda, el futuro autor del bestseller acerca de la Escuela de Don Juan Matus, estaba terminando la universidad en los Estados Unidos titulándose en antropología. En este contexto él decidió ir a México con el fin de recolectar información para su tesis y estudiar la experiencia de los indígenas en el uso de plantas medicinales. Habiendo llegado en su automóvil al lugar destinado, comenzó a buscar personas competentes en aquella materia. Fue entonces que le presentaron a un indígena, cuyo nombre era Juan Matus, que estuvo de acuerdo en proporcionar a Castaneda los datos necesarios sin ningún cargo.

Así se conocieron y comenzó su trabajo en conjunto. Con el tiempo Castaneda descubrió que Don Juan poseía no sólo el conocimiento acerca de las propiedades de las plantas, sino también el del arte antiguo de la brujería* de los indígenas toltecas. Es más, Don Juan mismo resultó ser un brujo. Por primera vez en su vida, Castaneda se encontró con cosas que estaban absolutamente más allá del ámbito de sus nociones profanas y religiosas. Por ejemplo, resultó que las lagartijas se mostraban capaces de hablar con voz humana, que las personas podían volar en sus cuerpos y extraer diversas cosas «de la nada» y así sucesivamente. Castaneda fue cautivado por todo esto y también crecientemente interesado, como científico, en aquella área de conocimiento nueva para él.

Una vez Don Juan invitó a Castaneda a una reunión en la cual los presentes estaban consumiendo substancias psicodélicas, hechas por ellos mismos. Castaneda las probó también y entonces ocurrió algo que por primera vez hizo a Don Juan considerarlo como un discípulo potencial serio.

Don Juan era un místico y, por lo tanto, percibía el mundo entero de un modo místico. Él, entre otras cosas, daba gran importancia a las así llamadas «señales» que venían a él desde «la otra realidad».

Lo que sucedió fue que Castaneda, después de tragarse unos bocados de peyote, comenzó a jugar, de una forma extraña, con el perro. Ellos comenzaron… a orinarse uno al otro. Fue la conducta del perro, absolutamente impropia de los perros, la que tuvo importancia allí. Esto fue interpretado por Don Juan como una señal de Dios (a Quien se llamaba con la palabra «Poder») que indicaba la importancia de un discípulo no indígena para la Escuela. Desde aquel momento Castaneda se convirtió en un verdadero miembro del grupo de Don Juan y él comenzó a iniciarlo gradualmente en el conocimiento secreto de su Escuela.

¿Cuál era la cosmovisión de esta Escuela?

El universo consta de dos mundos «paralelos», llamados el «tonal» (el mundo de las cosas materiales) y el «nagual» (el mundo no material).

Nosotros nos comunicamos con el mundo material a través de la así llamada «primera atención», es decir, a través de los órganos de los sentidos del cuerpo material.

No obstante, para poder conocer el nagual, es necesario desarrollar «la segunda atención», es decir, la clarividencia.

También existe «la tercera atención», por medio de la cual uno conoce al Creador y a Su Manifestación llamada «Fuego» por Don Juan.

Según la mitología compartida por los predecesores de Don Juan, el mundo está gobernado por la divina Águila universal. Esta era su noción de Dios y aunque parece fantástica, es monoteísta.

Esta Águila se alimenta de las almas humanas que dejan sus cuerpos materiales. Sin embargo, también concede a algunas personas la oportunidad de evitar su pico después de la muerte de sus cuerpos y obtener la inmortalidad. Lo hace a condición de que ellas, durante sus vidas, adquieran las facultades necesarias, se desarrollen como conciencias hasta el nivel requerido y acumulen el poder.

Este concepto contenía un elemento atemorizante que impulsaba a los practicantes a esforzarse en su autoperfeccionamiento. No obstante, Don Juan, así como Jesús, se opuso tenazmente a que las personas sostuvieran una actitud hacia Dios basada en el temor. Él decía que debemos ir al encuentro con Dios por «el sendero del corazón», es decir, por el sendero del amor. Es interesante que Don Juan haya llegado a esta comprensión independientemente de la influencia de otras tradiciones espirituales. Él no estaba familiarizado con las Enseñanzas de Krishna ni con las de Jesús, y tampoco leyó libros sufíes o taoístas. También es evidente que no leyó el Nuevo Testamento, ya que, de otro modo, seguramente lo hubiera citado.

Aquel que se decide a reclamar la inmortalidad debe convertirse primero en un «cazador» espiritual, pero no en un cazador que mata a su presa, sino en el «cazador» del conocimiento que va por «el sendero del corazón», es decir, que cuida y ama a la Tierra, así como a todas las criaturas que viven sobre ella.

Después de pasar la etapa de «cazador», uno puede llegar a ser un «guerrero» espiritual, es decir, aquel que «rastrea» el Poder (o Dios) esforzándose por acercarse cautelosamente a Él y conocerlo.

Don Juan a menudo enseñaba a Castaneda y a otros discípulos suyos durante caminatas en el desierto o en las montañas, en condiciones naturales y en contacto directo con el mundo multiforme que los rodeaba.

Por ejemplo, una vez ellos atraparon un conejo salvaje. Don Juan sabía que este conejo ya no debería vivir más en la Tierra según su destino y sugirió que Castaneda lo matara con sus propias manos. Castaneda exclamó: «¡Yo no puedo hacerlo!». A lo que Don Juan objetó: «¡Pero habías matado animales antes!». «Pero los he matado con mi rifle, desde cierta distancia, sin verlos morir…».

Castaneda rehusó matar reflexionando por primera vez en su derecho ético a hacerlo y en los sufrimientos de una criatura al ser asesinada.

No obstante, el conejo murió enseguida por sí mismo ante los ojos de Castaneda, porque, de hecho, el tiempo de su permanencia en la Tierra se había terminado.

En otra ocasión, Don Juan y Castaneda estaban caminando por una vía y vieron un caracol cruzándola. En el acto Don Juan empezó a explicar, usando aquella situación, la filosofía de la participación de una persona en los destinos de otras criaturas.

De este modo Castaneda, al comienzo muy orgulloso por ser una persona erudita y civilizada, se persuadía cada vez más de que la verdadera sabiduría no le pertenecía a él, sino al anciano indígena, un gran Maestro espiritual que llevaba la vida de un cazador y de un guerrero espiritual en armonía con el mundo natural que lo rodeaba.

Después de que los discípulos asimilaban los fundamentos de la ética y de la sabiduría, Don Juan procedía a enseñarles los métodos psicoenergéticos.

Cabe destacar que solamente unos pocos estudiantes fueron aceptados en la Escuela de Don Juan. Eran aquellos que ya tenían desarrolladas las estructuras energéticas del organismo (los chakras). Por supuesto, los indígenas no conocían palabras como «chakras» o «dantianes», en cambio, hablaban sobre éstos en términos de los segmentos en el «capullo» energético del ser humano.

En otras palabras, los discípulos que fueron aceptados en la Escuela ya habían realizado antes, principalmente en sus vidas pasadas en la Tierra, un extenso trabajo psicoenergético y, por ende, estaban psicoenergéticamente preparados para continuarlo y para aguantar el camino de cazador y de guerrero.

Esto permitió que ellos comenzaran sus entrenamientos no con el desarrollo y la limpieza de los meridianos y chakras, sino inmediatamente con el desarrollo de la principal estructura de poder en el organismo llamada hara* (o dantian bajo).

Después del trabajo con el hara, llegaba la etapa de la división del «capullo» en dos partes (alta y baja), llamadas «las burbujas de percepción». ¿Por qué «burbujas»? Porque estas partes del «capullo», vistas por medio de la clarividencia, se parecen a dos burbujas. ¿Por qué «de percepción»? Porque uno puede percibir el tonal (el mundo material) y el nagual (el mundo no material) desde una u otra respectivamente.

La división del «capullo» en dos «burbujas de percepción» era considerada como un paso importante para las etapas posteriores de autoperfeccionamiento psicoenergético, con la particularidad de que uno debería aprender a llenar con la conciencia ambos «polos» del «capullo» dividido.

Después se realizaba el trabajo para el desarrollo de «la burbuja baja de percepción». No obstante, uno podía empezar con esto sólo después de refinar la conciencia o, como se decía en la Escuela de Don Juan, después de limpiar la luminosidad del «capullo».

Es decir, como en todas las otras Escuelas espirituales avanzadas, las técnicas para la refinación de la conciencia fueron enseñadas antes de que el practicante comenzara el proceso de su «cristalización». Sin embargo, Castaneda no describe métodos para «la limpieza de la luminosidad», excepto uno que consistía en inhalar el humo de una hoguera (lo que puede considerarse, más bien, como un chiste).

Gracias a la refinación de la conciencia y al trabajo con «la burbuja baja de percepción», los discípulos alcanzaban el estado de Nirvana (aunque ellos no lo llamaban así, puesto que no estaban familiarizados con este término sánscrito). Primero ellos aprendían la variante estática del Nirvana en el Brahman y después, la variante dinámica, en la cual conciencia «cristalizada» actúa de manera activa en las dimensiones sutiles y puede tocar a cualquier ser en la Tierra, para lo cual sólo se necesita tener la información sobre este ser.

Una vez Don Juan dio una palmada a Castaneda en la espalda (él a menudo usaba esta técnica para cambiar la posición del «punto de encaje», es decir, de la zona de la distribución de la conciencia), y Castaneda, preparado para esto mediante los ejercicios anteriores, entró en la variante estática del Nirvana en uno de los estados Brahmánicos. En aquel momento él, por primera vez, experimentó un estado de paz profunda, percibió a Dios y conoció que Dios es, en realidad, Amor.

Pero de repente Castaneda oyó la voz de Don Juan diciendo que este estado, aunque bello, no era lo que él debía anhelar en aquel momento. ¡Tienes que ir más allá! No pienses que éste es el límite de tus capacidades… Con estas palabras Don Juan instó a Castaneda, quien había conocido el éxtasis supremo del Nirvana, a no «apegarse» a aquel estado, sino a seguir. Al principio, Castaneda se ofendió y se enfadó con Don Juan, pero él fue inflexible: ¡tienes que ir más allá!

¿Y qué está más allá? Está la variante dinámica del Nirvana.

Además, los discípulos de la Escuela de Don Juan Matus aprendían a experimentar el estado de Nirodhi, conocido en todas las Escuelas desarrolladas de buddhi yoga. Don Juan describió este estado en los términos específicos propios de su Escuela. Se trataba de «la fuerza rodante» o «la tumbadora». A los discípulos se les explicaba que existen olas de energía que ruedan constantemente hacia todos los seres y de las cuales estamos protegidos por nuestros «capullos». Sin embargo, es posible usar su poder para desplazarse a los mundos desconocidos, que son otras dimensiones espaciales. Para esto el practicante debía permitir que estas olas inundaran su «capullo». Entonces él o ella se convertía en «nada», su «yo» individual desaparecía.

Solamente después de haber alcanzado el estado de la desaparición en el Brahman, el discípulo podía conocer a Ishvara (o el Creador) y desaparecer para siempre en Él conquistando de esta manera la propia muerte. En otras palabras, como lo entendió Don Juan, uno no tenía que evitar el pico del Águila, sino, al contrario, entrar en el Dios-Poder universal.

Prestemos atención al hecho de que con la ayuda del Fuego es posible lograr la desmaterialización del cuerpo material, lo que Don Juan y sus compañeros hicieron.

Hemos analizado las etapas principales del trabajo en la Escuela de buddhi yoga de Don Juan Matus. Estas etapas son iguales en todas las Escuelas de buddhi yoga y no dependen de su localización en la superficie de la Tierra, ni de su interconexión, ni de los idiomas y términos que se usan allí. Es así porque Dios guía según las mismas leyes a las personas que consagran sus vidas a Él y progresan en el Camino espiritual.

Ahora examinemos con más detalle los métodos particulares del trabajo en la Escuela de Don Juan Matus. Estos métodos fueron descritos por Castaneda y pueden ser utilizados por nosotros también.

Podemos dividirlos en dos grupos: métodos preparatorios y métodos fundamentales.

El primero de los métodos preparatorios es «la recapitulación». En esencia, es el mismo trabajo de arrepentimiento que existe en todas las religiones principales. «La recapitulación» se realizaba de la siguiente manera: los discípulos, normalmente durante un retiro de varios días, tenían que recordar todos los errores que habían cometido en sus vidas y revivir aquellas situaciones nuevamente, pero esta vez de una forma correcta. Para que ellos tuvieran más «interés personal» en este arduo trabajo, se les decía que durante «la recapitulación» recobrarían la energía malgastada en sus reacciones emocionales y actos incorrectos. Este truco no afectaba la calidad del arrepentimiento, porque su propósito principal, que consiste en asimilar las formas éticamente correctas de reaccionar y en aprender a no pecar, se alcanzaba a condición de la asiduidad de los discípulos.

Además, ellos tenían que destruir «el sentimiento de la importancia personal» y «el sentimiento de la autocompasión», cualidades que provocan una tremenda pérdida de la energía. Pues si una persona se siente muy importante y alguien atenta contra esta importancia con su actitud irrespetuosa, esta persona reacciona con una descarga emocional de resentimiento y cólera, o con otras emociones negativas. En este caso, la energía del organismo se malgasta intensamente.

He aquí un hecho interesante e instructivo de la biografía de Castaneda. A pesar de que él, después de publicar sus libros, se convirtió en millonario y podía llevar una vida libre de las limitaciones materiales, él y su compañera íntima, la Gorda, al terminar su aprendizaje en la Escuela de Don Juan, se emplearon, bajo nombres falsos, como sirvientes en la casa de un rico y sufrieron humillaciones, desde la rudeza hasta la alevosía de otros sirvientes. Castaneda y la Gorda lo hicieron para destruir completamente en ellos «el sentimiento de la importancia personal», para borrar sus «historias personales» y para adquirir la humildad. Pues, como lo escribió Castaneda, todo lo que pasa con un guerrero en el mundo material no es importante; lo único importante es su estado de conciencia.

¡De hecho, todo esto no tiene mayor importancia ante la Meta Suprema! Pero lo que sí tiene gran importancia es la facultad de ser «nada» y de no defenderme cuando alguien es injusto conmigo, sino de estar protegido, como lo enseñaba Don Juan. Y el estado de estar protegido surge siempre y cuando «yo no existo» y existe sólo Dios.

Uno de los elementos preparatorios más importantes en la Escuela de Don Juan Matus era «la limpieza del tonal», que corresponde a la observancia de aparigraha en la ética del yoga hindú.

Nosotros ya hemos mencionado que Don Juan era una persona sabia y tenía la capacidad de explicar, en términos sencillos y de una forma comprensible, la mayoría de los asuntos filosóficos complicados. Además, él usaba para sus explicaciones ejemplos de la vida cotidiana. En aquella ocasión hizo lo mismo aclarando el principio de aparigraha a sus discípulos.

Los reunió, tomó un saco y puso adentro una radio, una grabadora y varias otras cosas que encontró en la casa. Después cargó el saco sobre la espalda de un discípulo, una mesa sobre la espalda del otro y los llevó a las montañas. En medio del valle les dijo que bajaran la mesa y vació el contenido del saco encima. Después les pidió que se pusieran a un lado y que dijeran qué estaban viendo.

Ellos empezaron a nombrar varias cosas: la radio, la grabadora y así sucesivamente.

Entonces Don Juan se acercó a la mesa, empujó fuera de ésta todas las cosas y les preguntó otra vez qué estaban viendo. Sólo entonces los discípulos entendieron a Don Juan. Él quería que ellos vieran no sólo las cosas sobre la mesa, sino también la mesa misma y, más aún, el espacio alrededor y debajo de ésta. No obstante, los objetos sobre la mesa cautivaron su atención y les impidieron hacerlo.

De esta manera Don Juan demostró a sus discípulos que para conocer el nagual y luego a Dios, es necesario limpiar el tonal alrededor de uno mismo.

Quizás, sea oportuno recordar el ejemplo de la observación de este mismo principio en la historia del cristianismo: algunos monjes, a parte de libros e iconos, dejaban en sus celdas sólo ataúdes, para dormir en éstos y, además, para acordarse constantemente de la propia muerte, lo que les estimulaba a intensificar sus esfuerzos espirituales.

También Don Juan enseñó a destruir los patrones rígidos de la vida material, por ejemplo, la observación estricta del régimen del día. ¿Con qué propósito? Para lograr la libertad. La destrucción de los patrones irrazonables de conducta, pensamiento y reacción, inculcados por la educación y las tradiciones, debe llevar a «la pérdida de la forma humana», es decir, al estado en el que uno aprende a actuar no según sus reflejos o por costumbre, sino de acuerdo con la necesidad objetiva.

«La pérdida de la forma humana» no es algo que se alcanza rápidamente mediante algún acto mecánico, como pensaban algunos discípulos de Don Juan, sino un proceso largo que se desarrolla paralelamente con la aproximación del practicante a Dios. Este proceso termina cuando esta persona aprende a ver todas las situaciones con los ojos del Creador.

Con todo, «la pérdida de la forma humana» no implica en absoluto que el practicante empiece a comportarse con rareza y en forma diferente a todos los demás en la sociedad. Pues esto inevitablemente provocaría conflictos con otras personas creando de esta manera obstáculos en el Camino. En segundo lugar, la conducta «provocativa» es, en muchos casos, una violación de la ley fundamental de la ética objetiva: el no hacer daño a otros seres. Por eso a los discípulos se les prescribía observar las normas convencionales de conducta, a veces ridiculizándolas en secreto y jugando en el llamado «desatino controlado».

Para ilustrarlo, un día Don Juan se quitó su ropa indígena usual y se puso un traje europeo inmaculado durante una visita al pueblo, dejando pasmado a Castaneda de esta manera.

Además, Don Juan enseñaba a sus discípulos a hablar con otras personas usando un lenguaje que ellas pudieran entender. Por ejemplo, una vez él y Castaneda estaban sentados en una banca cerca de una iglesia y vieron como dos señoras, no muy ancianas, después de salir de ésta, vacilaban demasiado en descender unos pocos peldaños. Entonces Don Juan se acercó elegantemente a ellas y las ayudó a bajar, aconsejando adicionalmente que, en caso de caer en algún momento en el futuro, no se moviesen por ningún motivo hasta que llegara el doctor. Las señoras agradecieron sinceramente este breve consejo.

El siguiente método esencial de esta Escuela es acordarse de la propia muerte.

Hoy en día la mayoría de las personas está acostumbrada a ahuyentar los pensamientos relacionados con su muerte, e incluso cuando se encuentran con el hecho del fallecimiento de otros, por ningún motivo quieren imaginar estar en su lugar. Se esfuerzan por convencerse de que todavía les queda mucho tiempo por delante.

Pero si cada uno de nosotros se pregunta ahora: «¿Cuándo moriré yo?», la respuesta será una fecha muy lejana, aunque todos sabemos que las personas mueren a cualquier edad.

Don Juan, en cambio, propone imaginar que la muerte personificada está siempre al lado de cada uno de nosotros y que si uno mira atrás rápidamente sobre el hombro izquierdo, puede verla como una sombra que surge. «Por el momento, la muerte está sentada a tu lado en la misma estera, esperando un error tuyo», le dijo una vez a Castaneda. Y nadie sabe el momento en el que va a morir; por ende, no debemos tener ningún asunto inacabado en nuestras vidas.

Lo siguiente es lo que Don Juan dijo sobre la muerte:

«¿Cómo uno puede sentirse tan importante sabiendo que la muerte nos está acechando?

»Cuando estés impaciente, lo que debes hacer es (…) pedir consejo a tu muerte. ¡Una inmensa cantidad de naderías desaparece con tal de que tu muerte te haga una señal o con tal de que alcances a ver su destello o con tal de que simplemente tengas la sensación de que tu compañera está allí, vigilándote!

»¡La muerte es nuestra consejera sabia! (…) ¡Tienes que pedir consejo a tu muerte y dejar la maldita mezquindad de las personas que llevan sus vidas como si la muerte nunca las fuera a tocar!

»¡Si no te acuerdas de tu muerte, tu vida entera no será sino un caos personal!

»(El guerrero) sabe que la muerte le está apurando y que no le va a dar tiempo para apegarse a algo (…). Y así, con la conciencia de su muerte (…) y con el poder de sus decisiones, el guerrero traza su vida de una forma estratégica; (…) y lo que escoge es siempre estratégicamente lo mejor. De esta manera cumple todo con gusto y con eficacia lujuriosa.

»La vida para un guerrero es un ejercicio de estrategia.

»Si no se tiene en cuenta a la muerte, todo es ordinario, trivial. Sólo porque la muerte nos sigue acechando el mundo es un misterio sin principio ni fin.

»Te queda muy poco tiempo, y ninguno para idioteces. ¡Espléndido estado! Yo diría que lo mejor de nosotros siempre sale a flote cuando estamos contra la pared, cuando sentimos que la espada se cierne sobre la cabeza. En lo personal, yo prefiero este estado y no viviría de ningún otro modo».

Otra tarea importante que Don Juan señalaba a sus discípulos era aprender la «pausa mental» o, como ellos sabían decir, «parar el diálogo interno» (el primer término es preferible, puesto que además de los «diálogos internos», existen también los «monólogos internos»).

Esto era una condición necesaria para entrar al nagual. Pues uno puede hacerlo sólo a través de la meditación, y la meditación, como Osho muy bien lo dijo, es el estado de «no mente». En otras palabras, para aprender a sumergirse, como conciencia, en el nagual, es esencial aprender a detener, apagar la mente por algún tiempo.

Con el fin de lograr la «pausa mental», Don Juan utilizó las siguientes técnicas:

1. El uso de las substancias psicodélicas. Sin embargo, debemos destacar que Don Juan recurrió a este método sólo al comienzo de su trabajo con Castaneda y que después lo dejó. En segundo lugar, aunque Castaneda estaba inmensamente agradecido a Don Juan por todo lo que había hecho por él, su hígado, como él mismo decía, aún estaba marcado con cicatrices. De aquí nos queda claro que no debemos seguir de ningún modo este ejemplo, sabiendo además que tenemos a nuestra disposición otros métodos, más eficaces y menos dañinos, de aprender la «pausa mental».

2. «Contemplar o mirar fijamente». Uno tenía que mirar algún objeto durante mucho tiempo y de manera fija, por ejemplo, las montañas, el agua que fluía, etc. Como resultado, «la primera atención» se agotaba y se desconectaba para que se active «la segunda atención».

3. La suspensión del cuerpo en las construcciones tipo columpio durante mucho tiempo.

Como resultado de estos entrenamientos, el practicante alcanzaba el estado conocido en el yoga chino como «wu wei» o «la no acción»; es decir, «la no acción» en el plano material, cuando la mente (o manas en sánscrito) se detiene y surge la posibilidad para la meditación y para la actividad de la conciencia (o buddhi en sánscrito). Pues manas y buddhi no son compatibles en el sentido de que no pueden actuar simultáneamente. (Esto no significa que una persona sin cuerpo o en el estado de meditación pierde la razón. No. La conciencia «cristalizada» y desarrollada puede pensar; sin embargo, lo hace de otra manera, no de la manera terrenal).

Otra técnica excepcional, elaborada en esta Escuela por los predecesores de Don Juan, era la interacción intencional con las personas tiranas. Esta técnica fue usada para pulir «la impecabilidad del guerrero» o, en otros términos, la facultad de seguir principios éticos y observar la conducta objetivamente correcta en las situaciones extremas. En el pasado, Don Juan mismo fue enviado por su maestro a trabajar bajo las órdenes de un feroz capataz tirano para semejante entrenamiento. Se creía que tales personas tiranas eran muy raras en México y encontrar a una se consideraba como una gran suerte para los guerreros.

A continuación enumeramos los métodos del trabajo psicoenergético usados en la Escuela de Don Juan:

1. Limpieza de la luminosidad interna (es decir, la refinación de la conciencia).

2. El uso de los sitios de poder, lugares energéticamente significativos para las personas y propicios para aprender unas u otras meditaciones.

3. «El ensueño». A este método se le prestaba mucha atención en el trabajo de la Escuela. ¿Qué es? ¿En qué consiste? Un gran número de personas, después de leer los libros de Carlos Castaneda, intenta usar su sueño nocturno para este tipo de entrenamientos; sin embargo, no obtienen mayor resultado. ¿Por qué? Porque no es así cómo se debe hacer. «El ensueño», en este caso, significa lo mismo que la meditación. Esta palabra fue usada por los indígenas centroamericanos, dado que ellos no estaban tan familiarizados con los términos comúnmente aceptados en otros países y tuvieron que encontrar sus propias palabras para designar algunos fenómenos, técnicas y objetos claves de la práctica espiritual. Así nació el término «ensoñar», debido a que las imágenes meditativas a veces, de hecho, tienen similitud con las imágenes que uno ve en los sueños.

Los entrenamientos especiales en «el ensueño» permitieron a los discípulos, después de separarse de sus cuerpos, correr sobre las paredes, subir por los rayos de energía («las líneas del mundo») y así sucesivamente.

4. Aprender a actuar de una forma correcta en las situaciones mágicas extremas, creadas intencionalmente por el preceptor. Para esto fueron usados los defectos de los discípulos. Por ejemplo, cuando uno de ellos todavía tenía la inclinación a atacar egoístamente a otras personas, le sugerían que participara en una lucha de magia (la cual, según la intención del preceptor, perdería de antemano), lo que resultaba beneficioso para todos los participantes.

5. El desplazamiento del «punto de encaje» que tenía lugar debido al impacto energético del preceptor (esto fue llamado «la palmada del nagual»*).

6. La práctica de nivelar (alinear) las «emanaciones» energéticas dentro del «capullo» con las «emanaciones» exteriores de las dimensiones espaciales más altas.

7. El trabajo con el hara para desarrollar el poder.

8. El uso de los «aliados» (es decir, de los espíritus). Esta práctica tenía dos variantes. La primera consistía en «domar» a los espíritus, que debían, según el plan, convertirse en los ayudantes y protectores del brujo. Tanto Don Juan como su amigo Genaro tenían tales «aliados» al comienzo de su búsqueda espiritual.

Sin embargo, debemos advertir que esta es una práctica errónea y peligrosa que de ningún modo debe ser imitada. A propósito, tanto Don Juan como Genaro la dejaron después.

La otra variante del trabajo con los «aliados» consistía en cazarlos. No sorprende que tal tendencia apareciera entre los indígenas que vivían en contacto permanente con la naturaleza.

Así, en algún momento se les explicaba a los discípulos que se encontrarían inevitablemente con un «aliado» de apariencia humana masculina que los desafiaría. El discípulo podía perder en aquel duelo abriéndole la puerta al miedo, pero también podía ganar. En el último caso, obtendría el poder de aquel espíritu.

Sabiendo esto, los discípulos se preparaban para aquella lucha, que podía tener lugar en cualquier momento, y desarrollaban de esta manera la vigilancia y otras cualidades necesarias para los guerreros.

Basándose en este juego educativo, ellos también realizaban el trabajo dirigido al desarrollo de sus «burbujas bajas de percepción».

Para resumir todo lo antedicho, analicemos brevemente las secciones principales de las Enseñanzas de Don Juan Matus, las que tienen muchos elementos teóricos y prácticos valiosísimos.

Don Juan distinguió las tres secciones: a) el arte del acecho b) el arte del intento y c) el arte de la conciencia.

En la examinada tradición espiritual indígena, el arte del acecho inicialmente significaba saber pasar desapercibido entre las personas que no te entienden* y alcanzar tu Meta.

No obstante, gracias a la contribución especial de Don Juan, más tarde este concepto fue ampliado considerablemente y empezó a abarcar también el acecho de los propios defectos (cualidades negativas o imperfecciones). Hemos hablado bastante de esto. Aquí sólo permítanme repetir una fórmula excelente dada por Don Juan: Dios (o, usando su lenguaje, el Poder) nos da según nuestra impecabilidad. En otras palabras, Dios permite que nos acerquemos a Él y nos sumerjamos en la felicidad creciente de la Unión con Él a medida que nos perfeccionamos éticamente.

La segunda sección es el arte del intento. «El intento», en este contexto, es lo mismo que «el anhelo de alcanzar» la Meta Suprema. Un verdadero guerrero, en el sentido de la palabra de Don Juan, es aquel que posee un «intento» correctamente desarrollado.

La tercera sección es el arte de la conciencia o, lo que es lo mismo, el buddhi yoga.

Hemos visto una vez más que Dios guía a todas las personas que han alcanzado un cierto nivel de madurez en su psicogénesis* usando un modelo metodológico unificado. Esto no depende del país ni de la cultura religiosa en la cual ellas vivan. Nosotros también debemos estudiar estos principios y tendencias y aplicarlos a nosotros mismos y a las personas que nos siguen.

Citas seleccionadas de las obras
de Carlos Castaneda

(The translation of citations from the books of C.Castaneda was done from non-published translations into Russian by V.Maksimov)

Las Enseñanzas de Don Juan.
Una Forma Yaqui de Conocimiento

Cuando un hombre empieza a aprender, nunca sabe lo que va a encontrar. Su propósito es indeterminado; su intención no es dirigida. Espera recompensas que nunca llegarán, pues no sabe nada de las dificultades del aprendizaje.

Empieza a aprender así, poquito a poquito al comienzo, luego más y más (…). Lo que se aprende no es nunca lo que él había imaginado. Y así se comienza a tener miedo. El aprendizaje no es nunca lo que uno espera. Su propósito está (…) en el otro lado del campo de batalla. Y así él tropieza con el primero de sus enemigos: ¡con el miedo! (…) Si el hombre, aterrado en su presencia, echa a correr, su enemigo pondrá fin a su búsqueda (…).

Si uno, aun lleno de miedo, no se detiene, llega el momento en el que su primer enemigo se retira. El hombre empieza a sentirse seguro de sí (…). Una vez que el hombre ha conquistado el miedo, está libre de éste por el resto de su vida, porque a cambio del miedo ha adquirido la claridad, una claridad de mente que borra el miedo.

Para entonces, el hombre conoce sus deseos y sabe cómo satisfacerlos. Puede prever nuevos pasos en el aprendizaje, y una claridad nítida de mente lo ilumina todo. El hombre siente que nada está oculto. Y así se ha tropezado con su segundo enemigo: ¡la claridad!

Esa claridad de mente, tan difícil de obtener, dispersa el miedo, pero también ciega. Fuerza al hombre a no dudar nunca de sí. Si el hombre cede ante este poder ilusorio, entonces ha sucumbido a su segundo enemigo y será torpe para aprender (…). Él podrá convertirse en un guerrero impetuoso o en un payaso (…), pero ya no aprenderá ni ansiará nada más.

(Si él vence este enemigo), sabrá entonces que el poder, tanto tiempo perseguido, es suyo por fin. Su deseo es la regla. Él ve claro todo alrededor. Pero también ha tropezado con su tercer enemigo: ¡el poder! El hombre en esta etapa apenas advierte que su tercer enemigo se cierne sobre él. Y de pronto, sin saber, pierde la batalla. Su enemigo lo transforma en un hombre cruel, caprichoso.

El hombre, vencido por el poder, muere sin saber realmente cómo manejarlo. El poder es sólo una carga en su destino.

¡Tiene que vencerlo seguramente! Tiene que darse cuenta de que el poder, supuestamente conquistado por él, no es nunca suyo en realidad. Si puede ver que, sin control sobre sí mismo, la claridad y el poder son peores que los errores, llegará a un punto en el que sabrá cómo y cuándo usar su poder. Y así vencerá a su tercer enemigo.

¡(El cuarto enemigo es) la vejez! Este enemigo es el más cruel de todos, el único al que el hombre no puede vencer por completo, sino que solamente puede hacer retroceder. Este es el tiempo en el que el hombre siente un deseo persistente de descansar. Si cede ante su deseo de acostarse y olvidarse, si se arrulla en la fatiga, perderá la última batalla y su enemigo lo reducirá a una débil criatura vieja. Su deseo de retirarse vencerá toda su claridad, su poder y su conocimiento. Pero si el hombre se sacude el cansancio y vive su destino hasta el fin, puede entonces ser llamado el hombre de conocimiento, aunque sea tan sólo por eso momentito en que logra ahuyentar a su enemigo invencible. Ese momento de claridad, de poder y de conocimiento es suficiente.

Una Realidad Aparte.
Nuevas Conversaciones
con Don Juan

El poder depende de que tipo de conocimiento poseas. ¿Para qué saber las cosas que son inútiles?

Yo jamás me enojo con alguien. Nadie puede hacer algo tan importante para eso. Te enojas con las personas cuando sientes que sus actos son importantes. Yo no siento más algo similar.

(El camino sin corazón)* entrampa a los hombres y les hace sentir el poder. Les hace sentir que ellos pueden hacer cosas que ningún otro hombre ordinario puede hacer. Esa es su trampa. El camino sin corazón da vuelta y les destruye.

Hay que vivir una vida vigorosa y calma.

Entrar en contacto con un aliado* es peligroso, porque él puede sacar lo peor de una persona.

Sucede que el aprendizaje puede ser largo y arduo, porque es necesario reducir al mínimo todo lo superfluo.

Sentirse importante lo hace a uno muy pesado y vanidoso. Para ser un hombre de conocimiento se necesita ser liviano y fluido.

(…) Yo sigo viviendo, porque he templado mi voluntad a lo largo de mi vida entera, hasta hacerla impecable y completa. Y ahora no me importa lo que no tiene importancia. Una vez que el hombre aprende a ver*, se halla solo en el mundo, donde hay sólo estupidez.

No sé qué cosa cambiar ni por qué cambiar en mis semejantes. Tal vez algún día puedas ver a los hombres de otro modo, y entonces te darás cuenta de que no hay manera de cambiarles nada*.

Para reír necesitamos mirar con los ojos, porque sólo cuando miramos las cosas podemos captar su filo gracioso. En cambio, cuando vemos*, todo es tan igual que nada tiene gracia. Tal vez haya hombres de conocimiento que nunca ríen, pero no conozco ninguno. Los que conozco ven y también miran, de modo que ríen. A mí personalmente no me gusta estar triste; por eso, cada vez que presencio algo que, por lo común, me entristecería, simplemente desplazo mis ojos y lo veo en lugar de mirarlo. Pero cuando encuentro algo gracioso, miro y me río. Soy feliz porque escojo mirar las cosas que me hacen feliz, y entonces mis ojos captan su filo gracioso y me río.

Siempre hay que escoger el camino con corazón para estar en lo mejor posible, quizá para poder reír todo el tiempo.

Un hombre de conocimiento vive de actuar, no de pensar en actuar, ni de pensar qué pensará cuando termine de actuar. Un hombre de conocimiento elige el camino con corazón y lo sigue; y luego mira y se regocija y ríe; y luego ve y sabe. Sabe que su vida se acabará en un abrir y cerrar de ojos (…). Un hombre de conocimiento no tiene orgullo, ni gran posición, ni familia, ni país, sólo tiene la vida para vivir, y en tal condición su única liga con sus semejantes es su desatino controlado. Así, un hombre de conocimiento se esfuerza, y suda, y resuella, y si uno lo mira de lado es como cualquier otro hombre común, excepto que el desatino de su vida está bajo su control. Y no le importa si fuesen sus actos exitosos o no, si tuviesen efecto o no.

Ser un vencedor y ser un derrotado es lo mismo.

Te importa demasiado amar a los demás o que te amen a ti. Un hombre de conocimiento ama, eso es todo. Ama lo que se le antoja o a quien se le antoja, pero usa su desatino controlado para andar sin pena ni cuidado. Es lo contrario a lo que tú haces ahora. Amar a las personas y ser amado por ellas no es todo lo que se puede hacer como un hombre.

Nuestro destino como hombres es aprender. Y al conocimiento hay que ir como a la guerra (…). Al conocimiento o a la guerra se va con respeto, sabiendo que se va a la guerra. ¡Y con absoluta confianza en sí mismo! Confía en ti, no en mí.

(…) En la vida de un hombre de conocimiento todo está lleno hasta el borde. Para convertirse en el hombre de conocimiento hay que ser un guerrero, no un niño llorón.

(…) Si no te acuerdas de tu muerte, tu vida entera no será sino un caos personal.

Las personas vencen o pierden y, según eso, se convierten en perseguidores o en víctimas.

Mientras (alguien) piense que fue una víctima, su vida será un infierno.

Lo que nos hace desdichados son los deseos (terrenales).

Los resultados del uso de la voluntad son asombrosos. Quizás, lo primero que se debe hacer sea saber que uno puede desarrollar la voluntad (…). La voluntad es algo muy claro y poderoso que dirige nuestros actos. La voluntad es algo que un hombre usa, por ejemplo, para ganar una batalla que, según todos los cálculos, debería perder.

El valor es otra cosa. Los hombres valientes son hombres dependientes, hombres nobles continuamente rodeados de gente que se congrega en torno suyo y los admira. Pero muy pocos hombres valientes tienen voluntad. Por lo general, son hombres sin miedo, dados a hacer acciones temerarias de sentido común; casi siempre, un hombre valiente es también temible. La voluntad, en cambio, tiene que ver con tareas asombrosas que superan a nuestro sentido común. La voluntad es poder. La voluntad es lo que puede darte el triunfo cuando tus pensamientos te dicen que estás derrotado. La voluntad es lo que te hace invulnerable. La voluntad es lo que manda a un brujo a través de una pared, a través del espacio, a la luna, si él lo quiere. La voluntad es una fuerza que es la verdadera liga entre los hombres y el mundo. Lo que tú llamas voluntad es carácter y disposición fuerte. Lo que un brujo llama voluntad es una fuerza que viene del interior y se engancha con el mundo exterior. Esta fuerza sale por la barriga (…).

La aterradora naturaleza del conocimiento no le permite a uno otra alternativa que la de llegar a ser un guerrero. Cuando el conocimiento se convierte en algo que da miedo, el hombre también se da cuenta de que la muerte es su compañera inseparable que se sienta a su lado en el petate. Cada trocito de conocimiento que se convierte en poder tiene a la muerte como fuerza central. La muerte da el último toque, y lo que ella toca se convierte realmente en poder.

Un hombre que sigue los caminos de la brujería se enfrenta en cada recodo con la aniquilación inminente, y sin poder evitarlo se vuelve terriblemente consciente de su muerte. Sin la conciencia de la muerte él no sería más que un hombre común envuelto en actos comunes. Carecería de la potencia necesaria, de la concentración imprescindible que transforman nuestro tiempo ordinario sobre la tierra en poder mágico.

Así, para ser un guerrero, el hombre debe estar, antes que nada y con justa razón, terriblemente consciente de su propia muerte. Pero preocuparse por la muerte forzaría a cualquiera de nosotros a concentrarse en su propia persona, y eso es debilitante. Por ende, lo otro que uno necesita para ser guerrero es el desapego. La idea de la muerte inminente, en vez de convertirse en obsesión, se convierte en indiferencia. Debes despegarte de todo (…). Sólo la idea de la muerte da al hombre el desapego suficiente (…).

Y así, con la conciencia de su muerte, con el desapego y con el poder de sus decisiones, el guerrero traza su vida de una forma estratégica. El conocimiento de su muerte le guía y le da desapego y lujuria callada. El poder de sus decisiones definitivas le permite escoger sin lamentar, y lo que él escoge es siempre estratégicamente lo mejor; de esta manera cumple todo con gusto y con eficiencia lujuriosa.

Cuando un hombre se porta así puede decirse con justicia que es un guerrero y que ha adquirido paciencia.

Su muerte se sienta junto a él en su petate, son amigos. Su muerte le aconseja, en formas misteriosas, cómo escoger, cómo vivir estratégicamente. Y el guerrero espera. Yo diría que el guerrero aprende sin apuro, porque sabe que está esperando su voluntad. Y un día logra hacer algo que por lo común es imposible de ejecutar. A lo mejor ni siquiera advierte su acto extraordinario. Pero conforme sigue ejecutando actos imposibles o conforme siguen pasándole cosas imposibles, se da cuenta de que una especie de poder está surgiendo.

Somos hombres y nuestra suerte es aprender y ser arrojados a mundos nuevos, inconcebibles.

Ver es para hombres impecables. Templa tu espíritu, llega a ser un guerrero, aprende a ver, y entonces sabrás que no se terminan los mundos nuevos para nuestra visión.

La vida para un guerrero es un ejercicio de estrategia.

Un guerrero (…) nunca está parado en el camino esperando las pedradas. Así corta al mínimo la posibilidad de lo imprevisto. Lo que tú llamas accidentes son casi siempre muy fáciles de evitar, excepto para los tontos que viven por las puras.

Un guerrero nunca está ocioso ni tiene prisa.

(…) La muerte tiene dos etapas. La primera etapa es un oscurecimiento superficial. Pero la segunda es la verdadera etapa en la que uno se encuentra con la muerte; es (…) un breve momento, después de la primera oscuridad, cuando hallamos que, de algún modo, somos otra vez nosotros mismos.

Te he oído decir muchas veces que siempre estás dispuesto a morir. No considero necesario ese sentimiento. Me parece una entrega inútil. Un guerrero debe estar dispuesto sólo para la batalla.

También te he oído decir que tus padres dañaron tu espíritu. Yo creo que el espíritu del hombre es algo que se daña muy fácilmente, aunque no con las mismas acciones que tú llamas dañinas. Creo que tus padres sí te dañaron, haciéndote indulgente y flojo y dado a quedarte sentado más de la cuenta.

El espíritu de un guerrero no está engranado para la entrega y la queja, ni está engranado para ganar o perder. El espíritu de un guerrero sólo está engranado para la lucha, y cada lucha es su última batalla sobre la tierra. De allí que el resultado le importa muy poco. En su última batalla sobre la tierra, el guerrero deja fluir su espíritu libre y claro. Y mientras libra su batalla, sabiendo que su voluntad es impecable, el guerrero ríe y ríe.

Un guerrero trata el mundo como un interminable misterio, y lo que la gente hace como un desatino sin fin.

(…) Piensas y hablas demasiado. Debes dejar de hablar contigo mismo. Prácticamente mantenemos nuestro mundo con nuestra conversación interna. Cuando terminamos de hablar con nosotros mismos, el mundo es siempre como debería ser. Antes que nada, debes usar tus oídos con el fin de quitar a tus ojos parte de la carga. Desde que nacimos hemos estado usando los ojos para juzgar el mundo. Hablamos a los demás, y nos hablamos a nosotros mismos, acerca de lo que vemos. Un guerrero se da cuenta de esto y escucha el mundo; escucha los sonidos del mundo. Un guerrero se da cuenta de que el mundo cambiará tan pronto como deje de hablarse a sí mismo y debe estar preparado para esa sacudida monumental.

El mundo es así y así o así y asá sólo porque nos decimos a nosotros mismos que esa es su forma. Si dejamos de decirnos que el mundo es así y asá, el mundo deja de ser así y asá.

Viaje a Ixtlán.
Últimas Lecciones de Don Juan

Hacernos responsables de nuestras decisiones significa estar dispuestos a morir por éstas. En el mundo donde la muerte es el cazador, no hay decisiones grandes ni pequeñas. Hay sólo decisiones que hacemos en vista de nuestra muerte inevitable.

Si vas juntando poder en tu cuerpo, éste podrá ejecutar hazañas increíbles.

Lo que daña el espíritu es tener siempre alguien encima que te pegue y te diga qué hacer y qué no hacer.

(…) No tengo ninguna historia personal. Un día descubrí que la historia personal ya no me era necesaria y la dejé, igual que la borrachera. La dejé un día, cuando sentí que ya no era necesaria. Si no tienes historia personal, no se necesitan explicaciones; nadie se enoja ni se desilusiona con tus actos. Y sobre todo, nadie te amarra con sus pensamientos.

Lo mejor es borrar toda la historia personal, porque eso nos libera de la carga de los pensamientos ajenos.

(…) Tú tomas todo demasiado en serio. Te das demasiada importancia. ¡Eso hay que cambiarlo! Eres tan importante que puedes marcharte así no más si las cosas no salen a tu modo. Sin duda piensas que con eso demuestras tener carácter. ¡Eso es absurdo! ¡Eres débil y arrogante!

La arrogancia es otra cosa que hay que dejar, lo mismo que la historia personal.

¿Cómo puede uno sentirse tan importante sabiendo que la muerte nos está acechando?

(…) Cuando estés impaciente lo que debes hacer es voltear a la izquierda y pedir consejo a tu muerte. Una inmensa cantidad de naderías desaparece con tal de que tu muerte te haga una señal o con tal de que alcances a ver su destello o con tal de que simplemente tengas la sensación de que tu compañera está allí vigilándote. La muerte es (…) una consejera sabia que tenemos. Cada vez que sientas, como siempre lo haces, que todo te está saliendo mal y que estás a punto de ser aniquilado, vuélvete hacia tu muerte y pregúntale ¿si es cierto? Tu muerte te dirá que te equivocas, que nada importa en realidad más que su toque. Tienes que pedir consejo a la muerte y dejar la maldita mezquindad de los hombres que llevan sus vidas como si la muerte nunca los fuera a tocar.

(…) Cuando el hombre decide hacer algo, debe ir hasta el fin. Pero debe aceptar la responsabilidad por lo que hace. Haga lo que haga, primero debe saber por qué lo hace, y luego seguir adelante con sus acciones sin tener dudas ni remordimientos acerca de éstas.

Mírame a mí. Yo no tengo duda ni remordimiento. Todo lo que hago es mi decisión y mi responsabilidad. La muerte me acecha, por eso, no tengo lugar para dudas ni remordimientos. Si tengo que morir como resultado de sacarte a caminar, entonces debo morir.

Hacernos responsables de nuestras decisiones significa estar dispuestos a morir por éstas.

No importa cuál sea la decisión. Ninguna cosa no es más ni menos seria que la otra. ¿No ves? En el mundo donde la muerte es el cazador, no hay decisiones grandes ni pequeñas. Sólo hay decisiones que hacemos en vista de nuestra muerte inevitable.

El guerrero asume responsabilidad por sus actos, por sus actos más triviales.

El mundo de actos y decisiones precisos es infinitamente más efectivo que la torpe idiotez que tú llamas «mi vida».

Mi interés ha sido convencerte de que debes hacerte responsable por estar aquí, en este maravilloso mundo, en este maravilloso desierto, en este maravilloso tiempo. Quise convencerte de que debes aprender a hacer que cada acto cuente, pues vas a estar aquí sólo un rato corto, de hecho, muy corto para presenciar todas las maravillas que existen.

Hay una cosa sencilla que anda mal contigo: tú crees que tienes mucho tiempo, crees que tu vida va a durar para siempre.

Si no crees que tu vida va a durar para siempre, ¿qué cosa esperas? ¿Por qué titubeas en cambiar? ¡No tienes tiempo para este juego, idiota! Esto, lo que estás haciendo ahora, puede ser tu último acto sobre la tierra. Puede, muy bien, ser tu última batalla. Si ésta fuera tu última batalla sobre la tierra, yo diría que eres un idiota. Estas desperdiciando en una tontería tu acto sobre la tierra. No tienes tiempo, amigo mío, no tienes tiempo. Ninguno de nosotros tiene tiempo. No me des la razón por las puras. En vez de estar de acuerdo tan fácilmente, debes actuar.

La felicidad es actuar con el conocimiento pleno de que no hay tiempo; así, los actos tienen un poder peculiar. Los actos son poder, sobre todo, cuando la persona que actúa sabe que esos actos son su última batalla.

Hay una extraña felicidad devoradora en actuar con el pleno conocimiento de que lo que uno está haciendo puede muy bien ser su último acto sobre la tierra. Te recomiendo reexaminar tu vida y analizar tus actos bajo esa luz. ¡No tienes tiempo, amigo mío! Ésa es la desgracia de los seres humanos. Ninguno de nosotros tiene suficiente tiempo. Tu continuidad sólo te hace tímido. Tus actos no pueden de ninguna manera tener el gusto, el poder, la fuerza irresistible de los actos realizados por un hombre que sabe que está librando su última batalla sobre la tierra. En otras palabras, tu continuidad no te hace feliz ni poderoso. Pon tu atención en el lazo que te une con tu muerte, sin remordimiento ni tristeza ni preocupación. Pon tu atención en el hecho de que no tienes tiempo, y deja que tus actos fluyan de acuerdo con eso. Que cada uno de tus actos sea tu última batalla sobre la tierra. Sólo bajo tales condiciones tus actos tendrán el poder que les corresponde. De otro modo serán, mientras vivas, los actos de un hombre tímido.

(…) Debes aprender a hacerte accesible al Poder*.

(…) Cualquier guerrero podría llegar a ser hombre de conocimiento. Como ya te dije, un guerrero es un cazador impecable que caza el Poder. Si logra cazarlo, puede llegar a ser un hombre de conocimiento.

Un guerrero, guiado por su empeño inflexible, puede alejar cualquier cosa. Ninguna rata, ni serpiente, ni puma podría molestarlo.

La auto-compasión no encaja con el poder.

A un guerrero se le puede hacer daño físico, pero no ofender. Para un guerrero no hay nada ofensivo en los actos de sus semejantes, mientras él mismo esté en el estado correcto.

La otra noche no te ofendiste con el león. El hecho de que nos persiguió no te hizo enojar. No te oí maldecirlo, ni te oí decir que no tuviera derecho a seguirnos. Fácilmente, podría haber sido un león cruel y malicioso.

Alcanzar el estado de un guerrero no es una cosa sencilla. Considerar iguales al puma y a las ratas de agua y a nuestros semejantes es un acto magnífico del espíritu del guerrero. Se necesita poder para eso.

Tú vas en busca del Poder y todo lo que haces cuenta.

Soy tan joven como quiero. Esto es también el asunto del poder personal. Si vas juntando poder en tu cuerpo, éste podrá realizar hazañas increíbles. En cambio, si disipas el poder, te pones viejo y gordo de la noche a la mañana.

Hay mundos dentro de los mundos, aquí mismo frente a nosotros.

La muerte siempre está esperando, y cuando el poder del guerrero mengua, la muerte simplemente lo toca. Por eso, aventurarse a lo desconocido sin ningún poder es estúpido. Sólo encontrarás la muerte.

El mundo es un misterio. Esto que estás mirando, no es todo lo que hay. El mundo tiene muchas más cosas, tantas que es inacabable. Cuando estás buscando la respuesta, lo único que haces en realidad es tratar de volver familiar el mundo. Tú y yo estamos aquí mismo, en el mundo que tú llamas real, simplemente porque los dos lo conocemos. Tú no conoces el mundo del Poder, por eso no puedes convertirlo en una escena familiar.

Un guerrero es un cazador de poder. Yo te estoy enseñando a cazarlo y guardarlo.

El poder no pertenece a nadie. Algunos de nosotros podemos guardarlo, y luego se le podría dar directamente a otra persona. Verás, la clave del poder así guardado es que sólo puede usarse para ayudar a alguien más a guardar poder (…). Pero cuando se trata de darlo directamente a otra persona, es inútil a menos que esa persona lo utilice para su propia búsqueda de poder personal.

Un guerrero vive su vida estratégicamente. Sólo asiste a una fiesta o a una reunión así, en caso de que su estrategia lo pida. Eso significa, desde luego, que tendrá dominio total y realizará todos los actos que considera necesarios.

(…) Nada se gana con violencia.

(…) Si quieres sobrevivir, debes ser claro como un cristal y estar completamente seguro de ti mismo.

Relatos de Poder

Un guerrero toma su suerte, sea la que sea, y la acepta con la humildad máxima. La humildad del guerrero no es la humildad de un pordiosero. El guerrero no agacha su cabeza ante nadie, pero, al mismo tiempo, tampoco permite que nadie agache su cabeza ante él. En cambio, un pordiosero, a la menor provocación, pide piedad de rodillas y se echa al suelo a que lo pise cualquiera a quien considera más encumbrado; pero, al mismo tiempo, cuando alguien es más bajo que él, exige que se eche al suelo y pida piedad de rodillas.

(El hombre de conocimiento ve de tal modo que toma las medidas para evitar el peligro). Si algo hubiera que cause peligro, su ver se lo haría saber. Ahora bien, si (…) su ver no lo alcanza, entonces es su destino, y nadie puede evitarlo.

(…) El cuerpo tiene que ser perfecto antes de que la voluntad se convierta en la unidad funcional.

Somos seres luminosos y fluidos, hechos de fibras (…).

Podemos ver que la muerte está girando velozmente sobre el hombre y que más y más le hunde las garras en sus fibras luminosas. Podemos ver que las cuerdas luminosas pierden tensión y se desvanecen una a una.

(…) Cuando vengas, debes venir preparado a morir. Si vienes dispuesto a morir, no habrá caídas, ni sorpresas desagradables, ni acciones innecesarias.

El camino del guerrero es la armonía entre las decisiones y las acciones.

Cuando un hombre común está listo, el Poder le proporciona un maestro.

Un guerrero aprende a afinar su voluntad, a dirigirla a un punto directo, a enfocarla donde quiere. Es como si su voluntad, que sale de la parte media de su cuerpo, fuera una sola fibra luminosa, fibra que él puede dirigir a cualquier sitio concebible. Esa fibra es el camino al nagual*.

(…) No te concentres en los hechos pasados. Podemos tocarlos, pero sólo como referencia.

(…) La confianza de un guerrero no es la confianza de un hombre común. El hombre común busca la certeza en los ojos del espectador y lo llama confianza en sí mismo. El guerrero busca la impecabilidad en sus propios ojos y lo llama humildad. El hombre común está enganchado a sus prójimos, mientras que el guerrero sólo depende de sí mismo. Tú buscas la confianza del hombre común, cuando deberías buscar la humildad del guerrero. Hay una gran diferencia entre las dos. La confianza de un guerrero implica saber algo con certeza; la humildad implica ser impecable en sus propios actos y sentimientos.

(…) Siempre debes empujarte más allá de tus límites.

Actúa firmemente y sin reservas.

¿Sabes que en este mismo instante estás rodeado por la eternidad? ¿Y sabes que puedes usar esa eternidad, si así lo deseas? ¿Sabes que puedes extenderte hasta el infinito? ¿Sabes que un momento puede convertirse en la eternidad? Esto no es una adivinanza. Es un hecho, pero sólo si te montas ese momento y lo usas para llevar la totalidad de ti mismo hasta el infinito, hacia todas las direcciones.

No tienes suficiente poder personal para utilizar mi revelación. Pero si lo tuvieras, tan sólo mis palabras serían suficientes para crear la totalidad de ti mismo y sacar la parte considerable de ti de estos límites que la contienen.

(…) Somos seres luminosos. Y para un ser luminoso lo único que importa es el poder personal.

Cambiar nuestra idea del mundo es la clave de la brujería. Y la única manera de lograrlo es parar el diálogo interno. El asunto, por supuesto, es que ese cambio no puede ser hecho violentamente.

Un guerrero toma su suerte, sea la que sea, y la acepta con la humildad máxima. Él acepta con humildad como él es, pero no como base para lamentarse, sino como base para su lucha y su desafío.

(…) Cualquier pensamiento que uno mantiene en mente en un estado de silencio es propiamente una orden, pues no hay otros pensamientos que compitan con éste.

(…) El mundo no se nos viene encima directamente. La descripción del mundo siempre está en el medio.

(…) Un guerrero está en las manos del Poder y su única libertad consiste en elegir una vida impecable.

Un guerrero siempre está listo. Ser guerrero no es simplemente querer serlo. Es, más bien, una lucha interminable que seguirá hasta el último instante de nuestras vidas. Nadie nace guerrero, al igual que nadie nace siendo un ser razonable. Nosotros nos hacemos lo uno o lo otro.

No hay fallas en el camino del guerrero. Síguelo y nadie podrá criticar tus actos.

El cuerpo tiene que ser perfecto antes de que la voluntad se convierta en la unidad funcional.

(…) La clave de la brujería es el diálogo interno. Ésa es la llave que abre todo. Cuando un guerrero aprende a pararlo, todo se hace posible. Los planes más descabellados se logran.

(Pero) mientras pienses que eres un cuerpo sólido, no podrás concebir de qué cosa hablo.

Somos conciencias; no somos objetos; no tenemos solidez. No tenemos límites. El mundo de los objetos y la solidez es una manera de hacer más conveniente nuestro paso por la tierra. Es sólo una descripción creada para ayudarnos. (…) Nuestra razón olvida que la descripción es solamente una descripción, y así atrapamos la totalidad de nosotros mismos en un círculo vicioso del cual rara vez salimos en la vida.

(…) Tú te asombrarías cuan magnífico uno puede actuar cuando tiene la espalda contra el paredón.

Sólo como guerrero uno puede soportar el camino del conocimiento. Un guerrero no puede quejarse ni lamentar nada. Su vida es un desafío interminable, y no hay modo de que los desafíos sean buenos o malos. Los desafíos son simplemente desafíos. La diferencia básica entre un hombre común y un guerrero es que un guerrero toma todo como un desafío, mientras que un hombre ordinario toma todo como bendición o maldición.

Un guerrero debe ser fluido y debe desplazarse en armonía con el mundo que lo rodea, ya sea el mundo de la razón o el mundo de la voluntad.

Si no se tiene en cuenta a la muerte, todo es ordinario, trivial. Sólo porque la muerte nos sigue acechando el mundo es un misterio sin principio ni fin.

No sólo debes estar dispuesto a emprender el camino del conocimiento, sino que tus propios esfuerzos, por sí mismos, deben ser bastante impecables para hacerte digno de tal conocimiento.

(…) Si estás descuidado con tu tonal*, la vida puede ser muy despiadada contigo.

La triste verdad es que todos nosotros hemos aprendido a la perfección como debilitar a nuestro tonal.

Para cumplir la tarea de hacerte miserable, deberías haber trabajado de un modo intenso. El absurdo más grande consiste en que no has entendido que podrías trabajar del mismo modo para hacerte fuerte y total.

El tonal empieza al nacer y termina al morir, pero el nagual nunca terminará. El nagual no tiene límites. El nagual es donde mora el Poder.

«La creatividad es esto», dijo al poner la mano, con la palma ahuecada, al nivel de mis ojos. Necesité un tiempo increíblemente largo para poder enfocar mis ojos en su mano. Sentí que una membrana transparente sujetaba todo mi cuerpo en una posición fija y que tenía que romperla para posar la vista en aquella mano. Me esforcé hasta que gotas de sudor fluyeron a mis ojos. Por fin, oí o sentí un chasquido y mis ojos y mi cabeza se libraron de golpe. En la diestra de Don Juan había el roedor más curioso que yo hubiese visto. «¡Tócalo!», dijo Don Juan con suavidad. Maquinalmente lo obedecí y pasé un dedo sobre el lomo suave. Don Juan acercó su mano a mis ojos, y entonces noté algo que me produjo espasmos nerviosos. La ardilla tenía anteojos y dientes muy grandes. El roedor empezó a crecer en la palma de Don Juan y se hizo tan enorme que desapareció (…).

(…) Uno de los actos del guerrero consiste en que él nunca permite que nada malo le afecte. El control del guerrero tiene que ser impecable.

Te queda muy poco tiempo, y ninguno para idioteces. ¡Espléndido estado! Yo diría que lo mejor de nosotros siempre sale a flote cuando estamos contra la pared, cuando sentimos que la espada se cierne sobre la cabeza. En lo personal, yo prefiero ese estado y no viviría de ningún otro modo.

(…) Durante todo este tiempo que llevo de conocerte, he hablado tanto a tu tonal como a tu nagual. Ésa es la forma de conducir la instrucción. Al comienzo, uno tiene que hablar al tonal. El tonal es el que debe ceder el control. Pero hay que hacer que lo ceda con alegría. En otras palabras, se hace que el tonal abandone cosas innecesarias como el sentirse importante y el entregarse al vicio, que sólo lo hunden en el desorden. Todo el problema es que el tonal se aferra a esas cosas cuando debería dar las gracias por librarse de esa porquería. La tarea es entonces convencer al tonal de que se haga libre y fluido. Es lo que un brujo necesita antes que cualquier otra cosa: un tonal fuerte y libre.

A causa de su debilidad nata, el tonal se destruye con facilidad, y así uno de los artes del guerrero es hacer que el nagual emerja para apuntalar al tonal. Digo que es un arte, porque los brujos saben que a través de reforzar el tonal puede emerger el nagual. Eso se llama lograr poder personal.

Cuando estés en el mundo del tonal, deberías ser un tonal impecable. ¡Ahí no hay tiempo para porquerías irracionales! Pero cuando estés en el mundo del nagual, también deberías ser impecable. ¡Ahí no hay tiempo para porquerías racionales! Para el guerrero, la intención es la puerta de en medio. Se cierra por completo detrás de él cuando va o cuando viene.

Si hay demasiados objetos innecesarios en tu isla de tonal, no podrás sostener el encuentro con el nagual. Podrías morir. Nadie es capaz de sobrevivir un encuentro voluntario con el nagual, sin una larga preparación. Lleva años preparar al tonal para tal encuentro. Al guerrero se le debe enseñar a ser impecable y a estar totalmente transparente antes de que pueda aún siquiera concebir el encuentro con el nagual.

Un guerrero pasa años barriendo su isla hasta el momento en que puede, por así decirlo, escaparse de ésta.

Para el nagual no existe ni tierra, ni aire, ni agua. Así pues el nagual se desliza, o vuela, o hace lo que hace en la hora del nagual, que nada tiene que ver con la hora del tonal. Las dos cosas no casan.

(…) El guerrero es, por decirlo así, un prisionero del Poder, prisionero que puede hacer una decisión libre: la decisión de actuar como un guerrero impecable o actuar como un asno. A fin de cuentas, quizás el guerrero no sea un prisionero, sino un esclavo del Poder, porque la decisión ya no es una decisión para él.

Un guerrero no puede sentirse desamparado ni desconcertado ni asustado, bajo ninguna circunstancia. Para un guerrero, sólo hay tiempo para su impecabilidad; todo lo demás agota su poder, la impecabilidad lo renueva.

La impecabilidad es hacer lo mejor que puedes en todo lo que haces.

Cuando te sientes y actúas como un ser inmortal que tiene todo el tiempo del mundo, no eres impecable; en esos momentos debes volverte, mirar alrededor tuyo, y entonces te darás cuenta de que tu sentimiento de tener tiempo es una idiotez.

¡No hay futuro! El futuro no es más que una manera de hablar. Para un brujo sólo existe aquí y ahora.

Ahora debes detenerte, volver la vista y reconsiderar tus pasos. Los brujos dicen que éste es el único modo de consolidar lo ganado.

Todo cuanto te he hecho o he hecho contigo ha sido a fin de cumplir una sola tarea, la tarea de limpiar y reordenar tu isla del tonal. Ése es mi trabajo como tú maestro. (Otra tarea) es darte demostraciones innegables del nagual y enseñarte como llegar allí.

Te he dicho incontables veces que necesitabas un cambio drástico si querías triunfar en el camino del conocimiento. Este cambio no es un cambio de ánimo, o de actitud, o de lo que uno espera en la vida. Ese cambio implica la transformación de la isla del tonal.

Los años de duro entrenamiento son sólo una preparación para el devastador encuentro del guerrero con lo que fuera que está ahí, más allá de este punto.

Ya no te queda más tiempo y, sin embargo, te rodea la eternidad. ¡Qué paradoja para tu razón!

El Poder nos da conforme a nuestra impecabilidad.

(…) Después de que el discípulo detiene el diálogo interno, surge un momento inevitable. El aprendiz empieza a tener dudas de todo su aprendizaje. Hasta el discípulo más ferviente sufre en ese punto una grave pérdida de interés.

En la vida del guerrero hay sólo un asunto que en realidad no está decidido: qué tan lejos puede él avanzar en el sendero del conocimiento y del poder. Ése es un asunto abierto y nadie puede predecir el resultado.

La libertad que un guerrero tiene es o actuar impecablemente o actuar como un imbécil.

Ustedes ya han aprendido que la oportunidad del guerrero está en el ser humilde y eficiente. Ya han aprendido a actuar sin esperar ni pedir nada a cambio. Ahora les digo que, para soportar lo que les aguarda más allá de este día, necesitarán toda su resistencia.

(…) El destino de todos nosotros los que estamos aquí ha sido saber que somos prisioneros del Poder. ¡Qué buena suerte!

La vida de un guerrero no puede de ningún modo ser fría, solitaria y sin sentimientos, porque se basa en su afecto, en su devoción, en su dedicación a su ser amado (…). La Tierra sabe que él la ama y, por eso, lo cuida. Por eso, la vida del guerrero está llena hasta el borde y su estado, dondequiera que se encuentre, siempre será la abundancia. El guerrero recorre los senderos de su amor (…). Esta Tierra… Solamente si uno ama a esta Tierra con pasión inflexible, puede liberarse de la tristeza. Un guerrero siempre está alegre, porque su amor es inalterable y su ser amado, la Tierra, lo abraza y le regala cosas inconcebibles. La tristeza pertenece sólo a esos que odian al mismo ser que les dio asilo. Este ser hermoso, que está vivo hasta sus últimos resquicios y comprende cada sentimiento, me dio cariño, me curó de mis dolores y, finalmente, cuando entendí todo mi amor por él, me enseñó lo que es la libertad. Solamente el amor a este espléndido ser puede dar libertad al espíritu del guerrero; y la libertad es alegría, eficiencia y abandono frente a cualquier embate del destino.

El Segundo Anillo de Poder

La singularidad de los seres humanos consiste en que les encanta que se les diga lo que deben hacer, pero les gusta mucho más resistirse a hacerlo, de modo que llegan a aborrecer a quien los ha aconsejado.

(…) El poder personal de un guerrero depende de su impecabilidad. La impecabilidad consiste, entre otras cosas, en sus esfuerzos por cambiar: por asustar a «la forma humana»* y deshacerse de ésta. Al cabo de años de impecabilidad, llegará el momento en el que «la forma» no soporte más y parta.

Es posible acechar tus propias debilidades del mismo modo como se acecha una presa. Estudias tus costumbres hasta conocer todas las manifestaciones de tus debilidades.

La tristeza de la despedida y otras emociones similares son los sentimientos con los cuales «la forma humana» se alimenta.

La lucha se libra directamente aquí, en este pecho. Hay que dedicar todo el tiempo y toda la energía para poder superar la propia estupidez.

Los brujos tienen dos ciclos. El primero es cuando ellos son seres humanos (…). A cada uno de nosotros ha sido asignada una tarea; esta tarea nos hace dejar «la forma humana». El segundo ciclo llega cuando el brujo ya no es ser humano.

Es necesario explicar escrupulosamente cuando el brujo enseña algo relativo al tonal. Cuando el brujo trata con el nagual, él tiene que dar la instrucción que debe revelar el misterio al guerrero. Y es todo lo que debe hacer. El guerrero que recibe los misterios debe fortalecer el conocimiento como el poder (…). El tonal y el nagual son dos mundos diferentes. En uno tú hablas, en el otro actúas.

(…) La cosa más difícil para un guerrero es abandonar a los demás a su propia suerte.

(…) El poder sólo llega tras haber aceptado nuestros destinos sin reproches.

(…) Cuando no se tiene nada que perder, se adquiere coraje. Somos temerosos únicamente en la medida que tengamos algo a que aferrarnos.

Un guerrero no busca nada que le consuele.

(…) ¿Tú crees que tu afecto inútil es tan valioso que te detiene de entrar en aquel mundo?

(…) El arte de un brujo consiste en pasar desapercibido aun en medio de la multitud. Él me había pedido que me concentrase en tratar de no ser evidente.

(…) El único medio que detiene nuestra desesperación es la conciencia de la muerte; es la clave para el esquema de la existencia que tiene un brujo. La conciencia de la muerte es la única cosa que puede danos las fuerzas necesarias para resistir la presión, el dolor de la vida y el temor a lo desconocido. Yo tengo que tomar una resolución para hacer este conocimiento testigo de mis actos.

(…) Sobre todo, el arte de los brujos consiste en no malgastar su poder.

Los brujos deben observar su tonal desde cierta distancia, para captar de un mejor modo lo que en realidad les rodea.

Un brujo no tiene de la mano a otro brujo. Cada uno de nosotros es muy dotado.

El Don del Águila

Uno no debe tener nada para defender, ni siquiera su propia persona. La propia persona debe ser protegida, pero no defendida. Manifestando arrogancia hacia ellos, tú no estabas protegido, sino que simplemente estabas defendiéndote.

Ya me entregué al Poder que a mi destino rige. No me agarro ya de nada, para así no tener nada que defender.

La recomendación para los guerreros es no tener nada material en lo que pueda enfocarse su poder, sino enfocarlo más bien en el espíritu, en el verdadero vuelo a lo desconocido.

Tus impulsos de poseer y aferrarte a las cosas no son únicas. (Pero) todo aquel que quiere seguir el camino del guerrero, el sendero del brujo, tiene que quitarse de encima esa manía.

Un guerrero es alguien que busca la libertad. La tristeza no es libertad. Tenemos que quitárnosla de encima.

Estar asediado significa que uno tiene posesiones personales para defender. Un guerrero no tiene nada en el mundo salvo su impecabilidad, y la impecabilidad no puede ser asediada.

(…) Ciertos sitios de poder son agujeros en este mundo. Si no tienes forma, puedes pasar a través de tal agujero a lo desconocido, al otro mundo.

El Fuego Interno

La importancia personal es nuestro mayor enemigo. Piénsalo, aquello que nos debilita es sentirnos ofendidos por los hechos y malhechos de nuestros semejantes. Nuestra importancia personal requiere que pasemos la mayor parte de nuestras vidas ofendidos por alguien. Sin importancia personal somos invulnerables.

La impecabilidad no es otra cosa que el uso adecuado de la energía. Para poder entender esto, tienes que haber ahorrado suficiente energía. Los guerreros hacen inventarios estratégicos, hacen listas de sus actividades. Luego deciden cuáles de ellos pueden cambiarse para crear intensificación de su energía. El inventario estratégico sólo abarca patrones de comportamiento que no son esenciales para nuestra supervivencia y bienestar. La importancia personal figura como la actividad que consume la mayor cantidad de energía. Las acciones de recanalizar energía llevan a la impecabilidad.

Sabemos que nada puede templar mejor el espíritu de un guerrero como el tratar con las personas insoportables en posiciones de poder. Solo bajo esas circunstancias los guerreros pueden adquirir la sobriedad y serenidad necesarias para resistir.

La paciencia es esperar impasiblemente. No hay prisa, ni angustia, hay sólo mantenimiento de lo que se debe.

El grado de conciencia de cada ser individual depende del grado en que este ser permite a las emanaciones en lo Grande llevarlo a él.

La tercera atención* se alcanza cuando el resplandor de la conciencia se convierte en el Fuego Interior, Fuego que no enciende sólo una banda a la vez, sino que enciende a todas las emanaciones (…) dentro del capullo del hombre.

Los videntes que premeditadamente alcanzan la conciencia total son algo digno de verse. Ese es el momento en el que arden por dentro. El Fuego Interior los consume. Y en plena conciencia se funden con las emanaciones en lo Grande y se expanden en la Eternidad.

Los guerreros se preparan para tener conciencia, y la conciencia total sólo les llega cuando ya no queda en ellos nada de importancia personal. Sólo cuando son nada se convierten en todo.

El resplandor de la conciencia aumenta de tamaño e intensidad conforme las emanaciones interiores del capullo se alinean (se sintonizan) con las emanaciones en lo Grande.

La llave que lo abre todo es el conocimiento de que la Tierra es un ser perceptivo y, como tal, puede darles a los guerreros un tremendo empujón; es decir, un impulso proveniente de la Conciencia de la Tierra, cuando las emanaciones interiores del capullo del guerrero se alinean (se igualan, se armonizan) con las emanaciones apropiadas dentro del capullo de la Tierra. Puesto que tanto la Tierra como el hombre son seres perceptivos, sus emanaciones coinciden o, más bien, la Tierra tiene todas las emanaciones presentes en el hombre o, para el caso, todas las emanaciones presentes en todos los seres vivientes, orgánicos o inorgánicos.

Cuando el punto de encaje del hombre se mueve más allá de cierto límite crucial, los resultados son siempre los mismos para todos los hombres. Las técnicas para moverlo pueden ser tan diferentes como sea posible, pero los resultados son siempre los mismos: el punto de encaje ensambla otros mundos con la ayuda del empujón de la Tierra. La velocidad de ese empujón disuelve todo en ti. Bajo su impacto nos convertimos en nada. Esa velocidad excesiva y el sentido de la existencia individual no van de la mano.

Genaro estaba como a unos dos metros de mí. De pronto, su forma se volvió difusa y, en un instante, desapareció, como un soplo de aire. «Genaro se ha separado de nosotros por la fuerza de la percepción», dijo don Juan tranquilamente. «Cuando el punto de encaje ensambla un mundo, ese mundo es total. La Conciencia de la Tierra puede darnos un empujón para alinear (afinar) otras grandes bandas de emanaciones, y la fuerza de ese nuevo alineamiento hace desaparecer el mundo que conocemos. Este mundo desaparece como un soplo de aire cuando un nuevo alineamiento total nos hace percibir otro mundo total».

(…) Los guerreros viven con la muerte al lado, y de saber que la muerte está con ellos extraen el valor para enfrentar cualquier cosa.

(Los cinco atributos del guerrero son): control, disciplina, refrenamiento, facultad de escoger el momento oportuno y voluntad. Estos cinco elementos pertenecen al mundo privado del guerrero que lucha por perder su importancia personal. El sexto elemento, que es, quizás, el más importante de todos, pertenece al mundo exterior y se llama el pinche tirano. Un pinche tirano es un torturador. Alguien que tiene el poder de acabar con los guerreros o alguien que simplemente les hace la vida imposible.

Los cuatro (primeros) atributos es todo lo que se necesita para tratar con los peores pinches tiranos. Mi benefactor siempre decía que el guerrero que se topa con un pinche tirano es un guerrero afortunado. Sabemos que nada puede templar mejor el espíritu de un guerrero como el tratar con las personas imposibles en posiciones de poder.

El ingrediente perfecto para producir un espléndido vidente es un pinche tirano con prerrogativas ilimitadas.

Los videntes, al entender la naturaleza del hombre, llegaron a la conclusión indiscutible de que si uno se las puede ver con los pinches tiranos, ciertamente puede enfrentarse a lo desconocido sin peligro, y luego incluso, puede sobrevivir a la presencia de lo incomprensible. La reacción de un hombre común y corriente sería pensar que ese orden debe ser invertido. Pero no es así, aunque un vidente que se puede enfrentar a lo desconocido puede, por cierto, hacer cara a cualquier pinche tirano. Le dije que, en mi opinión, los tiranos convierten a sus víctimas en seres indefensos o en seres tan brutales como los tiranos mismos. Él me paró: «Tú hablas de víctimas, no de guerreros».

(Mi pinche tirano) no es nada en comparación con los verdaderos monstruos que los nuevos videntes enfrentaron durante la Colonia. Todo parece indicar que aquellos videntes se quedaron bizcos de tanta diversión. Probaron que hasta los peores pinches tiranos son un encanto, claro esta, siempre y cuando uno sea guerrero.

El error de cualquier persona que se enfrenta a un pinche tirano es la ausencia de una estrategia de retirada. El defecto fatal de los hombres ordinarios es que ellos se toman a sí mismos demasiado en serio. Sus sentimientos y acciones, así como los de los pinches tiranos, son muy importantes para ellos. Los guerreros, por otra parte, no solo tienen una estrategia bien pensada, sino que también están libres de la importancia personal. Lo que acabó con su importancia personal fue la comprensión de que la realidad es una interpretación que hacemos. Ese conocimiento es su ventaja definitiva.

Él estaba convencido de que podía derrotar al capataz usando solamente la convicción de que los pinches tiranos se toman mortalmente en serio, mientras que los guerreros no.

Yo estaba preparadísimo para tratar con él. Tenía control y disciplina, refrenamiento y facultad de escoger el momento oportuno. Mi control me hizo cumplir con las más absurdas necedades del tipo. Lo que generalmente nos agota en una situación como esa es el deterioro que sufre nuestra importancia personal. Cualquier hombre que tiene una pizca de orgullo se despedaza por el sentimiento de su nulidad. Yo, en cambio, con gusto hacía todo lo que el capataz me pedía, yo estaba feliz y lleno de fuerza. Me importaban un comino mi orgullo y mi terror. Yo estaba ahí como guerrero impecable. El afinar el espíritu cuando alguien te pisotea se llama control.

La estrategia de mi benefactor requería que yo, en lugar de sentir auto-compasión, como lo había hecho antes, me dedicara de inmediato a explorar el carácter del capataz, sus debilidades y sus peculiaridades. Los dos otros atributos del guerrero, que yo aún no tenía en aquel entonces, automáticamente habían quedado incluidos en la estrategia de mi benefactor.

El refrenamiento es esperar con paciencia, sin prisa, sin angustia; es sólo una sencilla y gozosa retención de lo que se debe.

La facultad de escoger el momento oportuno es una cualidad abstracta que pone en libertad todo lo que está retenido. Control, disciplina y refrenamiento son como un dique detrás del cual todo está estancado. La facultad de escoger el momento oportuno es la compuerta del dique.

Ni una sola vez sentí auto-compasión, ni lloré de impotencia. Sólo sentí regocijo y serenidad. Ni una sola vez deseé la muerte de este hombre.

El refrenamiento significa retener con el espíritu algo que, como el guerrero sabe, debe cumplirse justamente. No significa que el guerrero ande por ahí pensando en hacer mal a alguien o planeando cómo vengarse y saldar cuentas. Cuando el guerrero ya tiene control, disciplina y la facultad de escoger el momento oportuno, entonces el refrenamiento significa esperar lo que debe pasar con aquel que lo haya merecido.

Los nuevos videntes usaban a los pinches tiranos no sólo para deshacerse de su importancia personal, sino también para lograr la muy sofisticada maniobra de desplazarse fuera de este mundo. Ser derrotado (…) no es mortal sino devastador. Los guerreros que sucumben ante un repinche tirano son arrasados por su propio sentido de fracaso. El enojarse y actuar sin control o disciplina es estar derrotado.

No sientas lástima por los pobres indios yaquis. Piensa en toda la humanidad. En el caso de los indios yaquis, incluso puedo decir que son los afortunados. Están oprimidos, pero al final, algunos de ellos hasta pueden salir triunfando. Los opresores son otra historia, los pinches tiranos que los aplastan no tienen esperanza alguna.

(…) Nuestra familiaridad con el mundo que percibimos es lo que nos fuerza a creer que estamos rodeados de objetos, objetos que existen por sí mismos y como sí mismos, tal como los percibimos. Pero en realidad no hay mundo de los objetos, hay el universo de las emanaciones.

Hay muchísimos imbéciles que se convierten en videntes, los videntes llenos de debilidades, o, más bien, seres humanos llenos de debilidades que fueron capaces de volverse videntes.

Nuestros defectos permanecen con nosotros aún después de que nos convertimos en videntes.

(Los aliados no pueden matarnos) directamente, pero es seguro que pueden asustarnos hasta la muerte (…). A los aliados los atraen las emociones. El miedo cerval es lo que más los atrae, porque libera el tipo de energía más conveniente para ellos. El miedo cerval se une con las emanaciones en su interior. El miedo cerval es lo que los aliados disfrutan por encima de todo.

(…) Ciertas áreas geográficas no sólo ayudan a ese precario movimiento del punto de encaje, sino que también seleccionan direcciones específicas para dicho movimiento.

El trabajo de realinear todas las emanaciones prepara el camino para la peculiar maniobra de encender todas las emanaciones interiores del capullo. Ya he logrado encender todas las emanaciones interiores de mi capullo y puedo retirarme en cualquier tiempo.

(…) Cualquier guerrero puede tener éxito con la gente, siempre y cuando mueva su punto de encaje a la posición en la que no tiene ninguna importancia si la gente lo quiere o no, o si lo ignoran.

La posición del punto de encaje dicta como nos comportamos y como nos sentimos.

Cuando los videntes mueven sus puntos de encaje no encuentran una ilusión, encuentran otro mundo. Ese mundo nuevo es tan real como el que ahora contemplamos.

En el curso del entrenamiento el punto de encaje se mueve a tantos sitios como sea posible.

La única fuerza que puede anular temporalmente el alineamiento es el intento. Tendrás que anular el alineamiento que te mantiene percibiendo el mundo cotidiano. Si usas el intento e intentas una nueva posición para tu punto de encaje, y luego intentas que se fije allí durante suficiente tiempo, ensamblarás otro mundo y escaparás de éste.

La solución no consiste en escoger un mundo alternativo en el cual morir, sino en elegir la conciencia total, la libertad total.

Ensamblar otros mundos no es sólo cuestión de práctica, sino que también es cuestión de intento. Tampoco es meramente un ejercicio de andar rebotando de esos mundos, como si lo jalaran a uno con una liga. Mira, un vidente tiene que ser osado. Una vez que rompe la barrera de la percepción, no tiene que regresar al mismo lugar de donde partió en el mundo (…).

Después de todo, somos un punto de encaje fijado en cierta posición.

Él afirmó que el entrar en la tercera atención es un don, que se parece a un premio por un logro extraordinario.

El Conocimiento Silencioso

Existe vínculo de conexión entre el brujo y el Poder. A fin de revivir este vínculo, los brujos necesitan una aspiración extremadamente fiera y rigurosa, un estado especial de la mente llamado intento inflexible. El nagual es el único ser capaz de abastecer con intento inflexible.

La guerra para el brujo es la lucha total contra ese «yo» individual que ha privado al hombre de su poder.

Sólo los brujos pueden inyectar movimiento a esas masas de luminosidad estática. En una milésima de segundo, pueden mover sus puntos de encaje a cualquier lugar de la masa luminosa (…). Ese movimiento y la velocidad con la cual lo realizan producen una instantánea percepción de otro mundo. O pueden mover sus puntos de encaje, de un solo tirón, a través de toda su luminosidad, creando una fuerza tan intensa que enciende toda su luminosidad. Dijo que, si se nos venía encima el jaguar, en ese preciso momento, él podría anular el efecto normal de una muerte violenta. Utilizando la velocidad con que se movía su punto de encaje, él podría o bien cambiar de mundo o quemarse desde adentro en una fracción de segundo.

La brujería es el estado de conciencia.

Absolutamente todo lo que existe en el cosmos esta enlazado, ligado al intento (de Dios) por los vínculos de conexión*. El total interés de los brujos es delinear, entender y utilizar tal vínculo, especialmente limpiarlo de los efectos nocivos de las preocupaciones de la vida cotidiana. A este nivel, la brujería podía definirse como el proceso de limpiar el vínculo que conecta al guerrero con el intento (de Dios).

El objetivo final de los brujos es alcanzar un estado de conciencia total (…). Este estado de conciencia implica asimismo una forma alternativa de morir.

Los naguales son intermediarios. Su energía les permite transmitir la paz, la armonía, la risa y el conocimiento directamente de la Fuente a sus compañeros de viaje.

Los Comentarios
de Carlos Castaneda
*

La mejor manera de aprender, pienso yo, es ponerse en la situación cuando descubres que no eres nada. Otras maneras son de orgullo de uno. Si no lo seguimos, gastamos nuestras vidas, aclarando quién nos ama y quién no. (Pero debemos entender) que esto no tiene importancia.

Don Juan representaba al orgullo como un monstruo con 3000 cabezas. No importa cuantas cabezas cortes, los miles de éstas permanecerán. La tarea fundamental es no reaccionar. Si reaccionas, has perdido. No te ofendas cuando un tigre te ataca; simplemente te apartas a un lado para permitirle pasar.

Sin enemigos no somos nada. Tener enemigos, vivir con el conocimiento de la calamidad y del infortunio es una de las formas de nuestra existencia. Tenemos que librarnos de esa forma, pero esto puede tomar tiempo. Primero, uno tiene que convertirse en un luchador. Esto es nuestro primer nivel.

Mi libertad depende de mi existencia impecable. Sólo así puedo cambiar mi destino y dejar este mundo completamente.

Ni tecnología, ni gobierno pueden cambiar este mundo en tal grado como para satisfacer las necesidades de las personas que entienden, al fin de cuentas, que van a morir. El nuevo misticismo declara que a la Iluminación debe darse la prioridad, y no a los proyectos de cambios sociales.

Para destruir la certeza de que este mundo es tal como ustedes fueron enseñados, hay que aprender una nueva descripción del mundo —la brujería— y después mantener lo viejo y lo nuevo juntos.

Los europeos tratan sus cuerpos como si éstos fuesen objetos. Los llenan de alcohol, comida mala y ansiedad. Cuando algo desagradable pasa, creemos que el cuerpo fue atacado por los microbios. Don Juan no piensa de esta manera. Para él una enfermedad es producto de la discordancia entre el hombre y el mundo.

Estamos estrechamente relacionados con todo lo viviente. Algo cambia cada vez cuando hacemos daño a la vida vegetal o animal intencionalmente.

Nos sentimos tan importantes y nos tomamos tan en serio que olvidamos que este mundo es un gran misterio que puede enseñarnos, si lo escuchamos.

Si no hay ninguna manera de saber si tengo un minuto más de mi vida, entonces debo vivir como si fuera mi último momento. Cada acto de un guerrero es su última batalla. Por ende, hay que hacer todo impecablemente. No debemos dejar nada sin acabar. Esta idea ha sido muy liberadora para mí. Yo no tengo ningún asunto inacabado, nada se pospone y nada me liga. Yo hablo con usted aquí y nunca puedo volver a Los Ángeles. Pero esto no es de ninguna importancia, porque me preocupé de todo antes de venir aquí.

No se necesita mucha virilidad para hacer explotar algún edificio (en caso del terrorismo revolucionario), pero para dejar de fumar, dejar de estar ansioso o dejar la charlatanería interior, uno tiene que transformarse. La reforma real empieza aquí. (Una vez) Don Juan me dijo: «Yo no puedo imaginar como (este hombre) se preocupa tanto por los cuerpos de otras personas, mientras que no le gusta su propio cuerpo». (Ese hombre fumó todo el tiempo).

La recomendación para los guerreros es no tener ninguna cosa material en la que su poder pueda ser enfocado. Hay que enfocarlo en el Espíritu, en el verdadero vuelo a lo desconocido.

(Habiendo perdido «la forma humana»), me sentí desapegado y no sentí las influencias exteriores. Ninguna aversión abierta o disimulada hacia cualquiera quedó en mí. Era un sentimiento de quedarse apartado, la facultad de sumergirse en el momento y de pensar sólo sobre esta cosa nada más. Los actos de las personas no tenían la influencia sobre mí, porque yo no tenía ninguna expectativa. La calma extraña era el poder que guiaba en mi vida. Me sentí que, a pesar de todo, habría asido uno de los principios de la vida del guerrero, el desapego.

Don Juan dijo que el desapego no implica automáticamente la sabiduría.

Estamos examinando el arte del control de la conciencia. Las verdades que estamos analizando son los principios de este arte.

La primera verdad sobre la conciencia es que el mundo alrededor de nosotros realmente no es tal como lo pensamos. Nosotros pensamos que es un mundo de objetos, pero no lo es.

El significado de la existencia de todos los seres consiste en el crecimiento de la conciencia.

Todos caen en el error de que ver se hace con los ojos.

Ver no es un acto de los ojos. Ver es la alineación. La alineación de emanaciones, realizada normalmente, es la percepción del mundo diario, pero la alineación de emanaciones, que nunca se usan ordinariamente, es ver. Cuando tal alineación tiene lugar, uno ve. Por consiguiente, ver es el resultado de la alineación extraordinaria.

El truco de la conciencia consiste en permitir que las emanaciones fijas (externas) se unan con las que están dentro de nosotros. Los videntes creen que si dejamos que esto pase, nos convertiríamos en lo que nosotros realmente somos: en las conciencias fluidas, eternas, en un movimiento perpetuo.